PLANTEARSE UN CAMBIO DE ESCUELA, PROS Y CONTRAS

Plantearse un cambio de escuela, pros y cons

Por: Psic.  Teresa Dichi

En esta época post pandémica me he encontrado en consulta con un nuevo reto: un importante aumento de cambios de escuela entre los pacientes que acuden a terapia. Muchas veces ese es el motivo de consulta, otras se presentan en algún momento del proceso psicoterapéutico, por lo que no es raro que en nuestras familias o alguien cercano esté afrontando esta disyuntiva.

En primer lugar, es importante como padres de familia no tomar una decisión rápida e impulsiva. Debemos entender lo mejor posible la situación.

En términos generales, puedo afirmar que el origen de dicha situación puede provenir de 3 fuentes: de los padres, del infante o adolescente, del colegio.

En el primer caso, se pueden presentar diversas situaciones, por ejemplo: que los papás estén en desacuerdo con la metodología educativa que se sigue en la escuela, que tengan problemas económicos para seguir sustentando las colegiaturas, cambios geográficos en donde la escuela quede demasiado lejos, etc. Sea como fuere, tiene que quedar muy claro para los hijos el porqué del cambio. Que sea una decisión que tomen los padres entre ellos y posteriormente comunicarla de la manera más clara posible al hijo afectado, en donde se explore qué piensa y, por supuesto, qué siente ante ese cambio y tratar de llegar a un consenso de las partes involucradas.

En el segundo caso, el que atañe al propio estudiante, es importante que los padres exploren los motivos por el cual su hijo(a) desea ese cambio; no cumplir simplemente un capricho del hijo, sino realmente indagar muy bien los motivos por los cuales desea cambiarse de institución educativa. Una tarea concreta que puede ayudar es hacer una lista de las razones por las que desea el cambio, que escriba los pros y contras de dejar esa escuela e ir a otra.

Así mismo, es relevante que los padres acudan a la escuela para que tengan información sobre el desarrollo académico del hijo, de la manera de relacionarse con sus profesores y figuras de autoridad y del proceso de socialización con sus compañeros.

Además, es importante considerar que no todos los niños se ajustan a los diversos sistemas educativos, hay niños que mejoran en un ambiente educativo más personalizado, mientras que otros se sienten más a gusto en un colegio más tradicional. Entonces tenemos que tomar en cuenta cuál es el mejor sistema educativo para nuestro hijo. Y trabajar ante la posibilidad de que probablemente los hijos tengan que ir en distintos colegios; ya que cambiar a un hijo no necesariamente sea la razón por la que se muevan los demás.

Juntando todo este material ya se tendrá una visión más amplia del porqué nuestro hijo desea ese cambio y poder tomar en equipo la mejor decisión posible.

En el tercer caso, que es el referente a la escuela, aquí sí de entrada me gustaría señalar una situación que amerita un cambio sin tanto análisis y es cuando la escuela, con o sin motivos, ha etiquetado al estudiante en un rol y no le permite salirse de ese papel. Por ejemplo, si la escuela considera que el hijo es el “revoltoso” del salón y ya no ve otros aspectos de su comportamiento, es necesario un cambio de escuela porque esa etiqueta le impedirá seguir desarrollándose.

Otra situación distinta es cuando el alumno sufre de bullying. En tal circunstancia, lo primero que debemos hacer es hablar con la autoridad y especificar lo que está ocurriendo y observar si realmente hay una respuesta favorable que elimine dicha situación, para con esa información, tomar la mejor decisión posible.

Dentro de este ambiente escolar también debemos explorar el tipo de relación que nuestro hijo lleva con el maestro: qué personalidad tiene el profesor, cómo se relaciona con los alumnos y en especial con mi hijo, cuál es su método de disciplina y de qué manera controla al grupo; teniendo en cuenta también que lo más probable es que el año escolar que viene va a haber un cambio de maestro y ayudar a nuestros hijos a darles las herramientas necesarias para relacionarse con diferentes tipos de personalidades.

Es importante aclarar que esta decisión no es fácil y que cuando los padres sientan que no pueden con la responsabilidad para encontrar una respuesta adecuada, se planteen la posibilidad de acudir a un profesional, como un psicólogo que les ayude en este proceso, pues en última instancia lo que interesa es el bienestar de todos los involucrados, es decir, que los padres estén satisfechos con la decisión que se tome y que el hijo también esté contento para que posteriormente no se vean obstaculizados tanto su ejecución académica como su desarrollo y habilidades sociales.

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