Por: Elisa Bissu (Licha), Psicoterapeuta
Cuando el divorcio es inminente, hay diferentes formas de enfrentarlo y sobre todo cuando existen hijos de por medio.
Los hijos son los testigos presenciales y los directamente afectados por la forma en que terminó el matrimonio. Algunas personas creen que los niños son chicos, están en su mundo o no se dan cuenta de lo que pasa, pero realmente no es así. Los niños sienten una energía negativa y de tensión en casa que no se puede ocultar.
La forma en la que se lleve a cabo la separación es decisiva para que los hijos superen este desenlace más fácilmente y que el proceso sea menos traumático o doloroso. Las mejores alternativas incluyen:
Hay que tomar en cuenta que es importante que se enteren por los padres y no por terceras personas.
Estemos conscientes de que pasarán por un período de adaptación a esta nueva vida, que seguramente será doloroso y difícil por los cambios que esto conllevará.
Y ¿qué les pasa a los hijos?
Unos no desean que sus padres se divorcien, otros se sentirán aliviados, en especial si los padres estaban en eterno conflicto y ya no quieren vivirlo más. Quizás experimentarán muchas pérdidas que habrá que procesar, empezando por la falta de uno de los padres en la convivencia diaria.
Los hijos sentirán presiones hacia ellos por parte de los padres y tendrán conflicto de lealtad ante uno de ellos. Si la hostilidad entre los padres persiste después del divorcio, será aún más doloroso para los hijos. Esto conllevará a varias consecuencias, entre ellas se encuentran:
Algunos consejos que pueden ayudar
Qué no ayuda
Recordemos que los niños sufren menos cuando los padres cooperan para su bienestar.
Dicen que: Un buen divorcio es preferible a un mal matrimonio.
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