LA VIOLENCIA EMOCIONAL Y EL FENÓMENO DE GASLIGHTING

La violencia emocional y el fenómeno de Gaslighting

Por: Sofía Mann de Dayán,

Mtra. en Psicología Clínica y Psicoterapia

Muchas veces llegan a mi consulta pacientes que refieren sentirse devaluados, tristes, con baja autoestima y con falta de seguridad. Al explorar juntos las razones de su malestar, nos damos cuenta de que viven una o más relaciones en donde se sienten abusados por sus seres queridos, pero no lo “pueden definir como violencia”.

La violencia emocional puede ser tan sutil que muchas veces no la reconocemos, no sabemos definirla y mucho menos enfrentarla. Al ser un conjunto de actos “silenciosos,” muchas veces pasan desapercibos para aquellos que la viven y mucho más para aquellos posibles testigos de la misma. Y es que, cuando hablamos de violencia, pretendemos ver golpes, marcas en la piel o en algún órgano del cuerpo, palabras ofensivas, gritos e insultos.

La violencia psicológica, al igual que cualquier otro tipo de violencia, busca someter a la victima para así ejercer poder sobre ella. Sin embargo, en sus actos, la persona “agresora” utiliza herramientas verbales o conductuales que no se ven a simple vista y que hacen sentir a la persona violentada devaluada en su aspecto, su género, su poder adquisitivo o su valía como persona, entre otras.

El abuso emocional puede aparecer sin causa ni motivo aparente. En la mayoría de las ocasiones el abusador es una persona cercana a la víctima, que en un inicio se muestra amable, simpática y entabla un fuerte vínculo con la misma. Con el tiempo aparecen los primeros desacuerdos: el agresor busca dominar y comienza lanzando miradas controladoras, diciendo frases “indirectas”, a referirse a situaciones que solo ellos dos entienden y que dejan en el agredido una sensación de exposición y malestar difícil de explicar.

Si la persona que recibe la agresión intenta hablarlo con alguien más, al exponer su punto, el interlocutor no percibe la “gravedad de las cosas” y la víctima comienza a preguntarse si su sentir es real o simplemente está “exagerando”. En muchas ocasiones este tipo de dinámicas va creciendo hasta alcanzar actos más evidentes y de esta forma, la víctima, aunque incómoda, siente que por lo menos esto NO es producto de su imaginación. Y que lo que se encuentra viviendo puede ser percibido por el resto de los observadores.

Pero muchas veces, el abusador “cuida” mucho que sus actos no sean evidentes para los demás e incluso llega a cuestionar la integridad emocional de la víctima. A este fenómeno se le conoce como Gaslighting. Este concepto surge a raíz de una famosa película del mismo nombre, en donde un marido intenta convencer a su esposa y demás personas en casa, que ella perdió la razón, atenuando las luces de su casa para dañarla mentalmente.

La violencia psicológica y el gaslighting son dos tipos de abuso emocional que dejan fuertes repercusiones en la victima, en su autoestima y autorregulación. Es importante hacer caso a nuestras emociones, no normalizar este tipo de vínculos y, sobre todo, no permitir que nadie nos haga sentir poco merecedores de respeto y amor.

Nuestro bienestar es responsabilidad de nosotros mismos. Cualquier tipo de violencia debe ser enfrentada y sobre todo reparada. Es momento de alzar la voz y mejorar nuestros patrones vinculares en familia y sociedad. Si te reconoces entre estas conductas o si conoces a alguien que las vive, ¡NO TE QUEDES CALLADO! En Menorah estamos para escucharte, entenderte y ayudarte a salir adelante.

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