LA IMPORTANCIA DE PONER LÍMITES PARA NO INTERRUMPIR

La importancia de poner límites para no interrumpir

Por: Psic.  Shelly Geifman

Con motivo del comienzo de un nuevo año, quiero invitarlos a reflexionar sobre la forma en la que estamos educando a nuestros hijos: ¿estamos logrando ser los papás que queremos, o tenemos que hacer ciertos cambios? 

Cada año tenemos la oportunidad de hacer un corte de caja y ver en qué podemos mejorar. En numerosas ocasiones nos enojamos con nuestros hijos porque creemos que ellos entienden cómo deben comportarse. Es por esto, la importancia de explicarles lo que esperamos de ellos a través del establecimiento de límites claros. 

Por ejemplo, enseñarles a escuchar cuando estamos hablando. Cuando estamos hablando y nuestro hijo interrumpe constantemente, sentimos frustración e incluso llegamos a enojarnos. Sin embargo, si tomamos unos minutos para cuestionarnos “¿por qué lo hace?” (en ocasiones lo hace para contarnos algo importante que le ha pasado, porque está aburrido, para llamar nuestra atención, etc.), automáticamente seremos más tolerantes y les enseñaremos de manera más asertiva a ser respetuosos, pacientes y a no interrumpir cuando otros están hablando.

Es muy importante recordar que al ser niños, tienen una naturaleza impulsiva, espontánea y un sentido de inmediatez “cuando tienen algo que decir, lo quieren hacer al instante” y les cuesta trabajo esperarse. Esto, aunado a su falta de adquisición de normas sociales, hace que no entiendan lo que están haciendo mal. 

Nosotros como adultos lo sentimos como una falta de respeto y nos molesta; sin embargo, ellos no lo viven así. Por lo que hay que enseñarles con respeto, amor y cariño. Ya que ellos al no entender por qué los adultos se enojan, los ignoran e incluso les reclaman, tratan de llamar más nuestra atención, con un mayor nivel de exigencia, frustración, y enojo. 

Es difícil encontrar un equilibrio entre atender a nuestro hijo y al mismo tiempo educarlo con amor, sobre todo cuando se trata de respetar el turno de la palabra. Debemos de estar conscientes de la edad que tiene; ya que antes de los 3 años hay que atender sus demandas porque su inmadurez, sus necesidades físicas y emocionales necesitan nuestra atención y cuidados inmediatos. 

Después de los 3 años, los niños ya pueden empezar a entender que hay comportamientos que son molestos e inapropiados, tratemos de ser tolerantes y enseñarles poco a poco a tener paciencia y esperar su turno para hablar. 

Educar es un proceso complejo que requiere de tiempo, amor y respeto. Enseñar a los niños a ser pacientes no se puede lograr siendo impacientes ni irrespetuosos con ellos, ni gritando o ignorándolos. Los niños requieren de padres calmados y amorosos para aprender. La mejor manera de enseñar es con el ejemplo. 

Entender el motivo por el cual el niño interrumpe nos va a ayudar a empatizar con él. Muchas veces no lo hacen por molestar, ni con el fin de interrumpir nuestra plática ni nuestra concentración. Si nos damos cuenta de que lo que quieren es nuestra atención, podremos buscar una solución adecuada. Es importante explicarles con calma por qué no deben de interrumpir, por ejemplo: decirles “entiendo que quieres que te escuche, pero la persona con la que estoy hablando también lo quiere”, y explicarle que es una falta de respeto. Es importante que aprenda a limitar las interrupciones, y que sepa priorizar entre lo que es urgente y lo que no. Una buena técnica es tener una señal especial que distinga situaciones que no pueden esperar, para que de esta forma entre ustedes entiendan que se trata de una situación importante. 

Aprender a poner límites desde el respeto es clave. Al hablar con ellos es indispensable agacharnos, ponernos a su altura para hablar, explicarles por qué en este preciso momento no se les puede atender. Hacerlos sentir que lo que nos va a contar es importante, pero que no es el momento apropiado para hacerlo. Si estamos en una mesa platicando, podemos establecer turnos para hablar y otros para escuchar; esto incluso lo pueden practicar jugando. 

La paciencia se entrena, es una habilidad que requiere práctica, por lo que debemos de aprovechar cada oportunidad para hacerlo. Los juegos de mesa son excelentes herramientas para practicarla; ya que hay que esperar el turno, y ser respetuosos con los demás jugadores. 

Reforzar las buenas conductas ayuda a que éstas se den más seguido, cada vez que logre controlarse hay que reconocer sus buenos modales. Esto ayudará a llevar una mejor relación familiar, ya que todos se van a sentir más cómodos de vivir en una casa con respeto y armonía. 

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