La depresión es un trastorno del estado de ánimo que afecta a niños y adultos. Es incapacitante y con un elevado nivel de malestar. Y puede llegar a intervenir en nuestro desarrollo.
En los estudios realizados por la Organización Mundial de la salud (OMS), se ha encontrado que entre el 3 y el 5 % de la población infantil padece depresión.
Las causas más frecuentes son:
Genética: la depresión puede darse en familias.
Biológica, cerebral y química.
Eventos estresantes, como: trauma, pérdida de un ser querido, intimidación, acoso, entre otros.
Los síntomas que acompañan a la depresión son:
Irritabilidad elevada, ira y hostilidad extrema.
Tristeza frecuente o episodios de llanto.
Disminución de su interés en actividades, o dificultad para divertirse en actividades que anteriormente eran sus favoritas.
Aburrimiento persistente.
Falta de energía o cansancio.
Aislamiento social.
Autoestima baja.
Sensación de culpa o responsabilidad por cosas malas que pueden pasar.
Sensibilidad extrema al rechazo o poca resistencia ante fallas o errores.
Quejas frecuentes sobre problemas físicos (en los que no se encuentra causa médica).
Bajo rendimiento escolar.
Problemas de concentración.
Cambios importantes en los hábitos alimentarios y de sueño.
Conversaciones sobre intención de escaparse de casa.
Pensamientos o expresiones sobre la muerte, o suicidio.
La frecuencia de la depresión es igual en niños y niñas antes de la pubertad, pero a partir de la adolescencia las mujeres tienen más riesgo de sufrirla.
El diagnóstico y el tratamiento se deben de llevar a cabo por un especialista. El tratamiento es un trabajo conjunto entre padres, psicoterapia y psiquiatra; y requiere de una medicación que consta de inhibidores selectivos de la serotonina; los cuales no son drogas, no crean dependencia ni adicción ni cambian la personalidad del niño. Dichos medicamentos tardan un poco de tiempo (entre 3 y 4 semanas) en hacer el efecto deseado.
Aunado a esto, se recomienda psicoterapia para el niño y apoyo para los padres; quienes frecuentemente se culpan por los problemas de su hijo. Es importante ayudarle al niño a lidiar con las ideas negativas de su mente, tener pensamientos realistas, aprender a resolver problemas, ponerse metas y alcanzarlas, y mejorar las relaciones interpersonales.
Algunas técnicas que pueden ayudarle a sentirse mejor, son:
Planificar su día: se recomienda hacer una lista de todas las cosas que tiene que hacer durante el día y mantenerla a la vista, manteniendo cierta flexibilidad en caso de no cumplir todo lo que se propone.
Realizar actividades físicas y gratificantes por lo menos una vez al día.
Si aparecen problemas de sueño, es importante hacer una rutina con los horarios de dormir, incluir alguna actividad relajante, y evitar las siestas durante el día.
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