EL PRIMER ESLABÓN DE LA CADENA DEL BULLYING

El primer eslabón de la cadena del bullying

Por: Mtra.  Ronith Aron

El bullying o acoso escolar es un problema social grave que amenaza la integridad de niños, niñas y adolescentes en todas las etapas educativas. Datos proporcionados por la UNICEF reportan que en México 7 de cada 10 niños han sido víctima de alguna forma de intimidación, desde la exclusión, violencia física, verbal, psicológica y/o sexual hasta acoso cibernético que aumentó y no ha disminuido desde la pandemia.

Es indispensable que las instituciones educativas tomen las medidas necesarias para crear ambientes seguros y libres de violencia en las escuelas. Pero ¿en dónde comienza el bullying? ¿el colegio es el primer eslabón? La realidad es que no. El acoso no empieza en el salón de clases. La familia sigue siendo la institución formativa principal; es ahí, en donde desde pequeños aprendemos los valores y las normas de convivencia básica.

Pues sí, como padres y madres tenemos gran responsabilidad en la prevención y en el manejo de esta forma de acoso. ¿Cómo? Los padres somos modelos a seguir para nuestros hijos, debemos de demostrar comportamientos positivos en nuestras propias interacciones familiares y sociales, ya que ellos aprenden de lo que les decimos, pero aprenden mucho más de lo que hacemos.

Brindémosles en casa ambientes seguros y de confianza que les permitan a los niños compartir sus preocupaciones y experiencias sin miedo a ser juzgados. Estas conversaciones nos dan la oportunidad de identificar posibles señales de bullying e intervenir con amor y con límites claros. Establecer una comunicación abierta, sólida y afectuosa con nuestros hijos es fundamental, tanto para la prevención como para la contención o el manejo de alguna situación de bullying que esté viviendo nuestro hijo o hija.

En el hogar debemos de enseñar habilidades sociales y fomentar la empatía hacia los demás. Valores como el respeto, la amabilidad, la inclusión y la aceptación se aprenden primero en casa y, entonces, los niños podrán ponerlos en práctica en el colegio. También toma en cuenta que, si viven situaciones violentas en el ambiente familiar, probablemente las van a replicar en la escuela. Es común que niños que se sienten amenazados o violentados por alguno de los miembros de la familia (por ejemplo, algún hermano) sean quienes acosen en al ámbito escolar.

Educar con límites es amar a nuestros hijos. Es crucial establecer límites claros en cuanto al comportamiento agresivo. La violencia nunca es una forma adecuada de resolver conflictos. Los límites claros los ayudan a comprender qué comportamientos son apropiados y cuáles no. 

Tanto en el nivel preescolar, como en la primaria y en la secundaria, los padres debemos de ser una presencia activa y formadora. Debemos de estar al pendiente de señales de posible bullying, como: cambios repentinos en el comportamiento, problemas de sueño, cambios en el apetito o pérdida de interés ante actividades que antes disfrutaban.

Pero, tampoco seamos padres ciegos, puede ser que nuestro hijo no sea la víctima, más bien sea el agresor o el espectador. Y en cualquiera de las tres posiciones, es nuestro deber apoyar a que la situación de acoso termine. Que el niño sepa que lo amamos de manera incondicional, pero también qué esperamos de él en cuanto a cómo comportarse con sus compañeros. Nuestro vínculo constante y seguro lo preparará para la vida.

El mensaje a dar es claro: todos los niños y niñas tienen el derecho de sentirse seguros y como comunidad somos responsables que así suceda. Educa para que tu hijo o hija sea ese niño o niña valiente que hace la diferencia y deja una huella positiva en los demás. Pequeños gestos como un saludo cordial, una invitación a una reunión, ofrecer ayuda a aquel que lo necesite y, por supuesto, no lastimar a otros, hacen la gran diferencia.

Es por eso que, en este regreso a clases o en cualquier momento del ciclo escolar, a la hora de preparar las mochilas, no sólo mandemos la lista de útiles escolares, sino también valores sólidos, sentido de comunidad y compañerismo, compasión y empatía por los demás. Seguro que esas serán las herramientas que los harán mejores compañeros y sí, también mejores seres humanos, que harán que ellos y aquel chico o chica en desventaja social pueda sentirse seguro y logre ir a la escuela sin miedo, en paz y disfrutar de estos años tan formativos en la vida de las personas.

Recuerda que todo tipo de violencia deja heridas, no dañemos y cuidémonos los unos a los otros fomentando una cultura de paz y solidaridad.

No estás solo, si necesitas ayuda en el proceso de crianza no dudes en acercarte a nosotros.

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